El Tranvía de Mont-Blanc: el tren cremallera más alto de Francia
- ramona ignat
- 14 sept
- 3 Min. de lectura

No sabéis la ilusión que me hacía volver al Tranvía del Mont Blanc. La primera vez que lo tomé fue en 2016, y desde entonces deseé volver a viajar con ese tren tan especial que sube poco a poco entre bosques y praderas alpinas, con el Mont Blanc siempre vigilando desde lo alto.
Esta vez no quería repetir lo mismo. Me apetecía vivirlo de otra manera: subir en el tranvía y luego bajar caminando desde Col de Voza hasta Saint-Gervais. Una mezcla perfecta de historia ferroviaria y aventura en la montaña.
Pero antes de contaros cómo fue, dejadme compartir un poco de la historia de este tranvía, porque de verdad merece la pena conocerla.
Una historia nacida en la Belle Époque
A principios del siglo XX, en plena Belle Époque, existía un sueño casi imposible: construir un tren que llegara hasta la cima del Mont Blanc. Se barajaron ideas tan locas como funiculares y ascensores, pero al final se optó por un ferrocarril de cremallera.
Las obras empezaron en 1906 con esa ambición de alcanzar la cumbre, aunque muy pronto se dieron cuenta de que era imposible por las condiciones extremas de la montaña. En 1909 se inauguró el primer tramo hasta el Col de Voza, y en 1913 el tren alcanzó su destino definitivo: Nid d’Aigle (2.372 m), a los pies del glaciar de Bionnassay. No llegó a la cumbre soñada, pero se convirtió en el tren cremallera más alto de Francia.
El legado y el presente
El tiempo pasó y el tranvía fue evolucionando. En 1957 los trenes de vapor dieron paso a automotores eléctricos que funcionaron durante más de sesenta años, convirtiéndose en parte inseparable de la experiencia.
En 2023 comenzó una nueva etapa: llegaron los modernos trenes Stadler, que poco a poco sustituyeron a los antiguos. Y lo más bonito es que incorporaron un cuarto tren llamado “Marguerite”, completando así la familia junto a “Marie”, “Anne” y “Jeanne”, los nombres de las cuatro hijas del antiguo propietario. Un detalle que llevaba más de un siglo pendiente y que, al fin, se hizo realidad.
Hoy el Tranvía sigue siendo una de las joyas de la región:
En invierno, lleva a esquiadores y senderistas a las pistas de Bellevue.
En verano, el recorrido solo llega hasta Mont Lachat (2115 m), ya que la estación final de Nid d’Aigle está cerrada por obras. Solo los montañeros con reserva en el refugio pueden acceder al último tramo.

Mi experiencia en 2025
Volver a subir al tranvía fue como reencontrarme con un viejo amigo. Escuchar el traqueteo del tren, ver cómo el valle de Saint-Gervais se quedaba atrás y sentir el aire fresco de la montaña… fue un viaje en el tiempo a 2016, pero con la emoción renovada.
Desde el Col de Voza (1653 m) empecé mi descenso a pie. El camino hasta Saint-Gervais dura un par de horas largas, pero no se hace pesado. Al contrario: vas cruzando bosques, escuchando riachuelos y con unas vistas del valle que son una pasada. Es la mejor forma de completar la experiencia, porque después de dejarte llevar por el tren, toca saborear la montaña paso a paso.
Una recomendación personal
Si alguna vez venís a la zona, de verdad os recomiendo hacer lo mismo:
Subid en el Tranvía del Mont Blanc, disfrutando de su historia y de ese ritmo lento que parece transportarte a otra época.
Bajad caminando desde Col de Voza, para conectar con la montaña y llevaros una experiencia completa.
Para mí, este regreso fue más que un simple viaje. Fue cumplir un deseo que llevaba años esperando, y redescubrir que la magia del tranvía sigue intacta, incluso después de más de un siglo de historia.


Si quieres vivir esta experiencia, puedes comprar tus billetes y consultar los horarios en la página oficial del Tranvía del Mont Blanc : https://tramwaydumontblanc.montblancnaturalresort.com/fr .


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